jueves, 10 de marzo de 2011

Malabaristas:


Los pibes del faro




Son más de 20 chicos que se reúnen los jueves en la plaza Aberastain. Especie de convención para compartir sus experiencias en las esquinas. Algunos viven de esa actividad. Otros se pagaron sus carreras universitarias en los semáforos. Resistencia de alguna porción de su público nómade y sonrisas de otros, traducidas en monedas para sobrevivir en el día a día.


Luz roja, calle céntrica de San Juan: “Una señora se paró y me dijo ‘me salvaste la mañana’”. Rulo (Gerardo Cabrera) pasa algunas horas en el semáforo (en su ambiente le dicen “faro”). Hace malabares para llegar a fin de mes y pagar su carrera universitaria: geología. El arte callejero brota del pavimento como fisuras que conforman las expresiones formalmente reprimidas del tercer mundo, el ánimo de América del Sur que rebota según los golpes de bolsa de los líderes de la economía mundial. La reunión es el jueves a las 20:30 en la plaza Aberastain. El periodista los encuentra de imprevisto. Sus ojos son alegres, “hacemos lo que nos gusta”, dicen. Riéndose de la ironía de la calle, Lula cuenta: “Una vez un señor bajó la ventanilla de su auto y me gritó que vaya a estudiar”. Lula estudia cerámica artesanal en un instituto. “Algunos creen que hacemos esto para poder drogarnos. Quilombos hay siempre, siempre hay gente que no nos quiere”, aclara Alejandro Quiroga, el líder del grupo de al menos 25 pibes que confluyen una vez por semana en la plaza céntrica y el domingo en Zonda para compartir sus experiencias callejeras.

Alejandro recuerda que un amigo que llegó desde Mendoza a estudiar a la provincia se pagó la carrera universitaria “en los semáforos” y ahora es arquitecto. Nicolás Vera, pelo largo, imagen desaliñada se acerca con unas clavas (esa especie de botellones caseros muy similares a los que se usan para jugar al bowling, pero con mango arriba) y se suma a la charla. “Yo vivo de esto desde hace dos años, todas las mañanas salgo a trabajar en el semáforo”, cuenta. Nico explica que por día consigue cerca de sesenta pesos de las monedas que le donan los espectadores casuales y efímeros de las esquinas: “Son por lo menos tres horas a full en el semáforo, porque no podés parar si querés conseguir plata”. Con eso, el pelilargo paga los impuestos, come y se compra ropa. Pero no escatima en demostraciones en la actuación: se disfraza de payaso, hace malabares, camina con zancos, baila hip hop y lo más importante: sonríe para hacer sonreír. “A veces pasan parejas discutiendo en el auto, me acerco y hago algo para alegrarlos, se ríen y siguen”, dice. 

“Había un niño que salía del jardín y le pedía a la madre que lo lleve adonde estaba yo, se consideraba mi amigo, le gustaba el show. Una vez –los ojos de Alejandro parecen iluminarse mientras cuenta la anécdota- le insistía a su padre que me tenía que comprar una bicicleta, porque me veía en el monociclo y creía que se me había roto la bici”. Risas de toda la ronda que ya cuenta apasionadamente las vivencias de la calle.    
                  
En el día laboral, los pibes del faro viven distintas situaciones: monedas de manos anónimas que caen como colaboración de las ventanillas de los colectivos, insultos de algunos automovilistas, sonrisas de niños, jóvenes que se acercan a conversar para conocer algo más sobre ese “street art”. Rulo no puede dejar de sorprenderse cuando recuerda aquella vez en que los pibes que trabajan dos semáforos más allá del suyo pasaron y le dejaron algunas monedas por el show.

“Hay algunos que hacen este trabajo por las monedas nomás. Pero somos muchos los que queremos hacerlo bien. Esto es un arte”, aclara Nico. En los momentos en los que no están en las esquinas, muchos de estos chicos se ponen a practicar y agregarle nuevas aristas a sus repertorios. “Es como un juguete al que uno no lo quiere dejar, estamos con los malabares todo el día”, cuentan.





Historia de pavimento

Los pibes nombran a “Chacovachi”, un payaso de Buenos Aires, como uno de los impulsores del arte callejero en el país. “Chacovachi hace shows en España y lo invitan de festivales de todo el mundo. Su mujer es payaso también”, asegura Ale. Actualmente existen muchos artistas del pavimento argentino que hacen temporada en Europa.

El “street art” crece en las urbes como resistencia al arte tildado de convencional, una sed utópica de sentirse afuera de determinados canones sociales. Muchas veces un intento de resistencia a la política por el sólo hecho de la política. Utopías que viajan por el aire junto a las clavas, aros, pelotas, diábolos (también conocido como "el diablo de los palos", son dos semiesferas huecas unidas por un eje metálico que se mueve en una cuerda atada con palillos), banderas. Surgida en Egipto en el siglo XVIII esta actividad representa para quienes ejercen ese oficio callejero, una manera de estar en el mundo respecto a los demás, una forma de aquilatar la mirada hacia la actividad en las calles como fuente laboral independiente. Y genera un debate lógico en gran parte de la sociedad sobre la legitimidad que tienen estos pibes para trabajar en la vía pública.                   

Visitantes

En el 2008 –cuenta Ale- un grupo de jóvenes sanjuaninos organizaron un encuentro sudamericano de monociclos (vehículo de una sola rueda que demanda mucho equilibrio), como en el que se pasea Florencia Morales durante toda la nota. Esa vez llegaron al estadio abierto Aldo Cantoni artistas de todo el país y de Chile. El año pasado los pibes del faro fueron hasta Mendoza para participar del Encuentro de Arte Circense. En el arte callejero la bohemia es el sello, muchos viajan por todos el país, aventura que sostienen económicamente con el trabajo en los semáforos: como los dos pibes que llegan, cuando la entrevista orilla su culminación, y se suman al grupo estable en la plaza Aberastain. Uno es de Santa Rosa, La Pampa, y el otro es de Mendoza. Toman algunas clavas que le prestan y empiezan a hacer malabares mientras cuentan que hacen artesanías y que no van por sus casas desde hace meses, porque viajan por las rutas argentinas "a dedo".

En pocos minutos, los pibes del faro se irán a descansar. Cuando salga el sol, el resplandor del verano sanjuanino iluminará sus elementos de trabajo que van y vienen por el aire arrancando sonrisas en un público que, como el río, nunca es el mismo en la tiranía de los minutos de permanencia de la luz roja. Un mundo extraño y atractivo construido por anónimos que disfrutan y viven de su arte subterráneo. 
        




Pablo Zama

11 comentarios:

ce atencio dijo...

Me encantó la nota! Muchos exitos!!! Soy tu primera seguidora?? je!

Pablo Zama dijo...

Gracias Ceci! Sí, te anotaste como la primera seguidora del blog. Un beso.

Anónimo dijo...

muy bueno.... me gusto mucho.....exitos en este proyecto.
Nano

Anónimo dijo...

La verdad que muy bueno
nadie lo podria aver echo mejor chabon
jajajajaja espero que vuelvas por la plaza

uno de los chicos de la aberastain

Nahuel dijo...

NO comparto el pensamiento: "El “street art” crece en las urbes como resistencia al arte tildado de convencional, una sed utópica de sentirse afuera de determinados canones sociales..."
la gente que está afuera de los cánones sociales es la gente que vive en el medio del campo, y si es que... aún así son parte de una sociedad. como estos chicos, que son parte de esta sociedad. serán minoría, puede ser, como hay muchas minorias, pero parte en fin.

Nahuel A.

Nahuel dijo...

sigo: son estudiantes que se buscan un mango... como los pancheros, las promotoras de la peatonal, etc...

Anónimo dijo...

Pintoresca, me gusto.

malabarismo de cuyo dijo...

Nahuel, yo soy juani, soy el chico que vino de mendoza que ahora es arquitecto del que hablan, impulso esto hace varios años, y te puedo asegurar que no somos estudiantes que buscan un mango, como un panchero o una promotora, trabajos igual de respetables pero que son para safar, somos artistas callejeros, una labor muy dificil y costosa en las provincias, y que lleva mucha dedicacion y determinacion realizarla. y esto del dtret art. son conceptos nuevos, que puntualmente en el malabarismo se le dice street juggling, o malabarismo callejero, que no son espectaculos sino que simplemente son reuniones de aficionados a esto, como pueden reunirse los tuning, los skate, etc. gracias y estan todos invitados los jueves a la plaza. www.circodeloeste.blogspot.com

Anónimo dijo...

loco esta muy buena la nota te felicito pero tenes que suvir todas als fotos

Nahuel dijo...

Juani: mi comentario "son estudiantes que se buscan un mango" no fue en tono despectivo. pasa que en la escritura no se notan bien estas cosas. quise decir que se la rebuscan. como todos no?
sí, es cierto lo que decís, lo que hacen es un arte. algunos la respetarán menos, otros mas.
lo que quise decir, mi punto de vista, es que ustedes no están fuera de la sociedad, sino que son parte de ella. pasa que en la nota noté (valga la redundancia) como que se los quiere poner como una especie de ente que no forma parte de esta sociedad. y es un laburo, y es un arte, como cualquier otro. no sé si me entendés ahora...
en la nota dice que vos te costeaste la carrera gracias a este arte. en buena hora!! a eso apunto...
poder vivir, o al menos "solventarte", haciendo lo que te gusta me parece muy noble. y si lo seguís haciendo después de obtener un título es ahí donde radica la diferencia entre un trabajo para zafar y un trabajo de vocación.
saludos
Nahuel A.

Anónimo dijo...

Que excelente! yo arranque hace poco con el Devil y es asombroso, cada dia me gusta mas! mucho exito a los muchachos q hacen faro!

Adrian