miércoles, 1 de febrero de 2012

Alfredo Avelín: 1927 - 2012



Adiós a un idealista  

Las corporaciones le arrebataron el gobierno hace casi diez años. Ejerció la política y la medicina con una profunda vocación de servicio. El último jueves de enero, a los ochenta y cuatro años, ya no pudo respirar más. Acá, un humilde homenaje y el recuerdo de una explosiva entrevista que me dio en el 2005.               


El jueves veintiséis de enero de dos mil doce, minutos antes de las once de la mañana, murió el hombre y nació la leyenda. Mucho antes de eso, un ventoso lunes cinco de septiembre de dos mil cinco al mediodía, la puerta de la oficina-consultorio que da hacia la sala Ángel Domingo Prado de la Cruzada Renovadora se abría y Don Alfredo Avelín me hacía ingresar al sobrenombre repentino de “Mijo”. Iba a ser una entrevista larga, con un hombre vehemente que transmitía la fuerza de los luchadores en su mirada. Era un apasionado. Ese hombre estaba prácticamente solo, después de la destitución que sufrió en su cargo de gobernador de San Juan durante la dura época económica que se comió al gobierno de la Alianza.   
    
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En mi cabeza idealista de estudiante de comunicación social retumbaban todavía los ecos de la radio en mi habitación, en esas horas tensas y extremadamente largas del martes veinticuatro de septiembre de dos mil dos. La Comisión Investigadora, conjuntamente con la Sala Acusadora actuante en el juicio político en la Cámara de Diputados de la provincia, decidía destituir al gobernador Alfredo Avelín. Los cargos eran: mal desempeño de los deberes de funcionario público y falta de pago y no giro de fondos a los diferentes estamentos de la administración pública. Esa había sido la quinta intención de juicio político que hubo contra el primer mandatario sanjuanino y, en este último caso, presentado el miércoles siete de agosto por la mesa intersindical estatal. La presidente de la comisión investigadora, Nélida Monserrat (del partido Bloquista), daba a conocer esa noche la resolución y quedaba concluido, según Avelín, "el asalto al poder". 

Don Alfredo recibió, en su oficina de Casa de Gobierno, y de manos del secretario legislativo Carlos Federico Fabris, la resolución de la Cámara de Diputados. El gobernador rompió en varios pedazos el papel y salió en auto por calle Paula Albarracín de Sarmiento, tomó por avenida Libertador y se fue rumbo a su casa de avenida Córdoba.

Tres años después encontré en la biblioteca de uno de los mejores amigos de Avelín, mi abuelo y gran periodista Emilio Biltes, un poema del ex gobernador: "Sin darme cuenta, me arrodillé para rezar; /  y recé con el alma, aquella noche. / ¡Noche larga de fatiga, dolor y tempestad!".

En la oscuridad del veinticuatro de septiembre de dos mil dos, una voz que no recuerdo nítidamente indicaba en la radio de mi habitación que Alfredo Avelín llegaba al domicilio de avenida Córdoba doscientos treinta y seis oeste y pude escuchar el "Argentina, Argentina" que gritaban sus simpatizantes y la arenga de: “El Turco no se va”. La voz de la radio decía que el médico saludó con lágrimas en los ojos y entró a su casa. Ya no era gobernador. En ese instante supe que la política es un juego peligroso.

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El ventoso cinco de septiembre de dos mil cinco la puerta de la oficina-consultorio de la sede de la Cruzada Renovadora, que sólo conservaba el ruido del recuerdo de la época del gobierno aliancista, se abrió. De chaqueta blanca desabotonada, Don Alfredo, mate en mano, me hizo pasar.    

Avelín, vehemente, directo, empezó por el juicio político: "Como arruiné el negocio de estos piratas degradantes de las instituciones y de la provincia de San Juan, entonces me inventaron el juicio político, porque el juicio político fue un invento de estos tramposos y fulleros de la política que indudablemente no perdonan que haya hombres decentes, correctos, honestos, con honor argentino. Y como ellos creían que había renunciado… yo no renuncié, les rompí en la cara la resolución de la Cámara y se los tiré prácticamente en las narices. Me fui como entré, con la frente alta, con el respeto de todo San Juan y, por supuesto, la historia juzgará el día de mañana a estos traficantes de la política, verdaderos traidores de la causa nacional".

Zama - En su libro La Bisagra de la Verdad, se refiere al juicio político como "un asalto al poder provocado por vulgares traficantes del dolor nacional y de nobles y justas esperanzas populares". ¿A quiénes se refiere puntualmente?

Dr. Avelín - Y a todos los que están ahora gobernando, directamente. No hay mucho que señalar... -risa nerviosa-.

Zama - ¿Cree que el hecho de haberle bajado el presupuesto al Poder Legislativo, al Judicial y reducirle también un diez por ciento el plus salarial al Poder Ejecutivo fueron los motivos de la gestación del juicio?

Dr. Avelín - Y bueno, eso por un lado, por el otro el asunto de la minería y también porque no quise firmar los catorce puntos de esa subversión económica que significaba comprar empresas por dos pesos y dar ley de quiebra. Fui el único gobernador que se opuso al Fondo Monetario Internacional, o sea, todo se relacionó. Hay que cortarles las manos a estos delincuentes económicos y decirle no a esta minería tramposa y, por supuesto, a los catorces puntos.

Zama - ¿Cuál es la relación que tiene con los gremios?, teniendo en cuenta que por ejemplo UDAP en un principio le envió una carta agradeciéndole por el no recorte de sueldo a sus trabajadores y después ellos mismos actuaron en el pedido de juicio político…

Dr. Avelín - Cada uno escribe su historia y cada uno es responsable de su conciencia al final de la vida.

Zama - ¿Cuál es la relación, si es que la tiene, con Wbaldino Acosta?

Dr. Avelín - No lo he visto más.

Zama - ¿Está dolido por...

Dr. Avelín - -Interrumpe y un tanto molesto contesta- No, no, no. No lo he visto más, cada uno tiene su conciencia... No lo he visto más.

Zama - ¿Y con Eduardo Duhalde?, porque a él y a José Luis Gioja los acusó en su momento de "asalto al poder" y de haberle frenado las partidas presupuestarias para pagar los sueldos de la administración pública... 

Dr. Avelín - ¡Por supuesto! Si eso está escrito, está dicho.

Zama - ¿Actualmente se siente censurado?

Dr. Avelín - ¿En qué sentido censurado?

Zama - En los medios de comunicación.

Dr. Avelín - Por supuesto que sí. No digo todos, pero en la gran mayoría.

Zama - El año pasado en una entrevista en Radio Vida le preguntaban cómo veía el gobierno de Gioja y dijo que de Al Capone no hablaba. ¿Cuál...

Dr. Avelín - -Interrumpe la pregunta y eufórico dice- ¡Sí, por supuesto, Al Capone! Mientras no me aclare lo de las coimas en el Senado seguirá siendo un Al Capone, directamente, y quiero tener un debate frente a frente con el señor Gioja, para que hable todo de mí y yo hablaré de él y vamos a ver qué pasa, y que el juicio lo haga el pueblo. Si tiene coraje, valentía y tiene la verdad lo va a aceptar. Él sabe bien que tiene mucho que decir.

Zama - Le pidió varias audiencias al presidente de la nación, Néstor Kirchner, que quedaron fallidas…

Dr. Avelín - ¡Por supuesto!, quería hablar con él y no me contestó, tres veces le pedí conversar. El presidente de la república es el presidente de un partido político nada más, no es un estadista, es un hombre que está en sus negocios y en sus cosas. Y él me conoce perfectamente bien, sabe lo que defiendo.

Zama - ¿Kirchner fue uno de los principales mentores de la privatización de YPF?

Dr. Avelín - Sí, esta es una política de negocios y yo en eso no estoy. YPF significa la palanca más importante para el desarrollo del país, es la única nación del mundo que ha entregado los hidrocarburos. Quienes están ahora en el poder también entregaron el Banco Hipotecario y la AFJP, para que haya 60 mil millones de pesos en manos privadas, en cinco bancos internacionales, cuando es el país el que debe tener la garantía para los jubilados de la patria. ¿Sabe cuánto han cobrado en comisiones estas AFJP?: ocho mil millones de pesos.

Zama - ¿Este gobierno es mejor que el de Carlos Menem?

Dr. Avelín - Son iguales, son lo mismo, nada más que tienen diferentes características. Pero son ladrones públicos, póngalo y fuerte: ladrones públicos, directamente, y que se enojen y quiero que me hagan juicio y que me metan preso encima. Pero voy a seguir diciendo: ¡ladrones públicos!

Zama - Otro de sus libros, Hielos Continentales Patagónicos - la Historia nos Juzgará, fue citado en muchos medios y en páginas de Internet. ¿Lo han llamado después para charlar sobre este tema?

Dr. Avelín - He dado trescientas conferencias con respecto a esto en todo el país. Tengo los mapas, tengo las comprobaciones, los argumentos y tengo la defensa que hice en el Senado de la Nación, como lo tiene también la doctora Nancy Avelín de Ginestar defendiendo en la Cámara de Diputados.

Zama - En reiteradas oportunidades usted ha pedido audiencia pública por el tema minero. ¿Qué respuestas ha tenido?

Dr. Avelín - Yo les pido una audiencia pública, pero no la aceptan. ¿Por qué no la hacen? Si ellos están tan seguros de lo que están haciendo, ¿por qué no me permiten una audiencia pública grande? ¿Sabe por qué no lo hacen?, porque les arruino el negocio, tanto a los que están prácticamente llevándose la riqueza nuestra como estos gobernantes que realmente están esclavizando a la provincia de San Juan. Estos son criminales que están contaminando el agua, están contaminando el subsuelo, están contaminando la fauna, la flora y, por supuesto, a los seres humanos. Hay que preguntarles por qué la han sacado –a Barrick Gold Corporation- de Montana y de Norteamérica, porque hay leyes en todas partes del mundo en donde el cianuro no se admite para trabajar a cielo abierto.

Alfredo Avelín fue uno de los primeros políticos argentinos en interesarse por la situación del agua del país en las últimas dos décadas. Mientras ejercía la actividad en su banca como senador nacional desde mil novecientos noventa y uno, apoyado por su hija, Nancy Avelín desde la Cámara de Diputados de la Nación, defendió los Hielos Continentales de la Patagonia por la expropiación chilena.

Sus luchas y sus afrentas públicas le fueron tejiendo una imagen de caudillo. Sin pelos en la lengua, hace diez años en una reunión de gobernadores tuvo grandes chispazos con el por entonces ministro de Economía Domingo Cavallo. Delante de todos y por diferencias abismales de entender la política económica argentina, Avelín se despachó con dureza ante el menemista devenido en “salvador” aliancista: “Usted es un caradura. Es un cachafaz. Es el jefe de la mafia. Usted es el culpable de todas las desgracias económicas del país y ahora viene a ser redentor”.

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Aquel ventoso lunes cinco de septiembre de dos mil cinco al mediodía, en la sala Ángel Domingo Prado de la Cruzada Renovadora se conjugaron dos cosas: un cartel que rezaba "Como otras tantas veces… ¡empezaremos de nuevo!" y un hombre de chaquetilla blanca que atendía gratis a sus pacientes. Entonces entendí por qué las lágrimas en aquel martes veinticuatro de septiembre de dos mil dos cuando ingresaba a su casa de avenida Córdoba. En ese momento, mucha gente también debe haber recordado cuando en el Día de la Madre se apostaba afuera del cementerio de la Capital, ya siendo gobernador, y les entregaba personalmente a las mujeres un clavel y un poema suyo, o cuando dejaba un termo grande con mate cocido en el Hospital de Niños Juan Carlos Navarro para que los chicos no esperen en ayunas la atención médica.

Quizás por todo eso la noticia pegó tan duro en un sector de la sociedad el veintiséis de enero de dos mil doce, minutos antes de las once de la mañana. No se había ido sólo un ex gobernador, se había ido un referente del idealismo en la provincia, un hombre que murió como vivió: con la chaqueta blanca puesta como símbolo de servicio. Avelín se fue a los ochenta y cuatro años dejando sus ideas y un importante mensaje de que se puede hacer política sin caer en los negocios (su patrimonio incluía sólo su vivienda, un auto Peugeot modelo noventa y ocho, y una jubilación como médico con cincuenta y ocho años de aportes). Antes de las once de la mañana de ese jueves, Don Alfredo dejó de respirar y toda una provincia lo recordó en su partida. Alguna vez leí que sólo mueren de verdad los que mata el olvido.       



“Repito el pensamiento de lucha de toda mi vida: si se descuida la moral se denigra la fe. Si se descuida el honor se perturba la conciencia. Si se tritura la honra se pulveriza la vida y el alma en su trascendencia”.
 
(Alfredo Avelín, en el libro Querella y Respuestas. Las coimas. Gioja el querellante y la gran mentira)





Pablo Zama