jueves, 7 de junio de 2012

Debate de madrugada



Otra forma de recibir el Día del Periodista   


Marcelo Alcaraz (periodista de El Diario de la República, de San Luis, y co-realizador del ciclo televisivo La Causa Humana) y Pablo Zama (redactor de Canal 5 de San Juan y autor del blog Fisuras de la calle) decidieron festejar su día escribiendo un breve diálogo por chat sobre sus opiniones respecto a la profesión.




-¿Por qué buscar historias? ¿Significa llenar un vacío? ¿Quién las lee?


MARCELO: Creo que un periodista busca una historia porque sabe que condensa todo lo que él necesita para su trabajo. La materia prima está ahí: los datos, el contexto, la interpretación de esos datos. Una historia bien contada traslada la riqueza humana de un hecho noticioso. El periodista está siempre detrás de una noticia, pero en una historia la noticia está desplegada en todas sus facetas. 
Toda historia llena un vacío: el vacío de la historia, que es el vacío del significado humano. No hace mucho decían que era el fin de la historia. A lo mejor el periodismo ayuda a que desterremos ese mito. Estamos llenos de historias y alguien tiene que contarlas. 
Es difícil pensar en quién va a leer eso que uno escribe. Una vez hablaba con una periodista mendocina que además era poeta. Ella decía que le gustaba el camino raro que tomaban sus libros. Que aparecían en la casa menos pensada. O que influían sobre humanos a quienes nunca hubiera conocido. Tal vez, en escala y salvadas las diferencias, una historia periodística tiene el mismo zigzagueo que la vuelve fascinante. 



PABLO: Me parece que también eso está muy ceñido con el perfil personal del periodista, que en esta profesión tiene una importancia especial. El periodista que busca historias es además un aspirante a escritor o sólo usa las herramientas de la literatura tratando de llegar a conocer al otro, que puede también ser él mismo. Contar para informar, dar a conocer el mundo de una persona, representa también cerrar momentos personales, huecos que no son visibles pero están todos los días con el profesional, conviven cada día con él. 



MARCELO: Si, coincido en que hay tipos más propensos a la narración. En cambio otros prefieren el dato despostado. Digamos: como si fueran carniceros prolijos y aplicados. En lo particular, creo que un periodista completa mejor su oficio si busca contar mejor su noticia.



PABLO: (Martín) Caparrós lo dice en un taller para periodistas: los límites entre literatura y periodismo se rompen, porque debe ser así en el estilo para narrar. Y los dos, escritores y periodistas, buscan, en el fondo, conocer al ser humano. 



MARCELO: Eso es interesante: la idea de conocer a otros seres humanos. Si no tenemos eso en la mira, seguro que nos equivocamos de enfoque.





PABLO: Creo que la rutina nos pone palos en las ruedas a veces. La urgencia hace que estrellemos las historias. El enfoque en la urgencia probablemente nos quite perspectiva de la noticia de fondo. 
Eso se da más en los medios radiales y audiovisuales, en donde la prisa es lo preponderante dentro de la competencia con los otros medios.



MARCELO: Sí, lo que me lleva a una pregunta: ¿podemos desdoblar el trabajo periodístico en capas? Digamos en etapas. La de la noticia, la del contexto y la interpretación de la noticia, y la de la narración completa de un hecho noticioso con sus consecuencias.



PABLO: Se puede hacer. Sobre todo en los medios gráficos, en donde se mastican mucho más las notas. Aunque esas etapas las fusiona muchas veces el periodista encargado de cubrir el acontecimiento. Esto es: escribir la noticia pero dándole un marco interpretativo a la vez. El seguimiento de la noticia puede ir revelando un contexto amplio en el que sucedió el acontecimiento también. Pero eso demora y la velocidad es cada vez mayor. Así que el periodista debe adecuarse en la actualidad a pasar de una noticia con su contexto a otra muy diferente en poco tiempo. Da un poco de temor pensar que la capacidad analítica que los medios digitales, por ejemplo, tienen de la realidad se vaya diluyendo a medida que la urgencia de velocidad aumente y la lectura rápida que se le ofrece al público sea la constante. 



MARCELO: Lo que está claro, me parece, es que un buen periodista debería ser capaz de trabajar en todas esas etapas. Eso es muy difícil. Por eso, creo, el oficio le viene mejor a uno con los años. 



PABLO: Es verdad, así como este oficio se digiere en la práctica, se cultiva en la calle y se afinca con los años, las historias también son de la calle, de donde el periodista nunca debe moverse. El trato interpersonal con la fuente. La experiencia no es todo en esta profesión, pero es muy importante. 



MARCELO: Yo creo que la base del periodismo está en la calle, es decir afuera, en donde las cosas pasan. Una historia puede estar en una oficina, pero no en la oficina del periodista. Sería raro que así fuera. Con los años, me doy cuenta de que la calle ayuda mucho. El barrio, el cordón de la vereda, el kiosquero. Uno hace la analogía: con varias coberturas encima, uno entiende que la mejor fuente de información muchas veces es la fuente menos pensada. 



PABLO: Y las mejores fuentes son las que más calle tienen. Siempre me acuerdo que una profesora en la universidad me decía que los taxistas son buena fuente de información. Entonces hablo bastante con ellos y a veces salen notas de esas charlas o el hilo que conduce hacia una noticia. 
Sobre todo cuando uno recién llega a un lugar que no conoce y debe hacer periodismo, se termina aferrando a la calle, es lo natural en cada persona. 





MARCELO: En eso uno está medio formateado a lo (Ryszard) Kapuscinski. Quiero decir: supone que lo esencial no está en los palacios. Lo esencial no termina siendo siempre lo palaciego. En todo caso la noticia puede nacer ahí. Pero esa noticia que nace en un palacio (y lo menciono como símbolo de una estructura de poder) siempre tiene un efecto sobre los humanos y las cosas que están debajo de él. 



PABLO: Bien. Justo a donde iba a ir yo también. La agenda, que tanto nos satura, nos quita algo de naturalidad en el tratamiento de los temas. Porque nos deja poco espacio y tiempo para llegar ahí abajo, adonde repercuten las acciones de los grupos de poder. 
Con el tema de las trabas a las importaciones, por ejemplo, vamos a la fuente formal que nos explica lo complejo del impacto en los mercados. ¿Pero vamos al pequeño comerciante a preguntarle cómo le llega esa decisión política? 



MARCELO: Los grupos o factores de poder existen y por lo visto van a existir por largo rato. Eso no es tan apremiante. Lo apremiante es el tiempo. Es cierto. Pero por eso uno a veces piensa en capas para el tratamiento de la noticia. El asunto consiste en una buena planificación. Ahí el rol central lo tienen las empresas periodísticas. Hasta qué punto son capaces de invertir en esa organización que nos daría más y mejor información.
Es un bajón cuando uno comprende que podría darle otro tratamiento a una noticia, mucho más rico, más íntegro, más humano, y encuentra el obstáculo del tiempo que apremia y la desorganización que pone un freno.



PABLO: Esta bueno ese punto, porque habría que plantearse como periodista si el pensamiento de las empresas en la era de la digitalización es que no van a necesitar tantos recursos humanos. 
Si es así, hay que mostrar que la cantidad y calidad periodística es necesaria y va a seguir siendo muy necesaria por más avances que existan en los recursos de publicación. Esto, si se quieren tratar todas las aristas y las capas de la noticia que vos planteás. Para darle un marco completo al tratamiento de los temas.



MARCELO: El problema es que siempre habrá problemas. Suena tonto, pero no lo es tanto. Lo que la mayoría se olvida es que, así como nosotros sólo queremos hacer periodismo y que nos paguen por ese trabajo, las empresas periodísticas quieren hacer sus negocios. En todo caso, mientras vivamos en este sistema capitalista y a nadie se le ocurra cambiarlo, están en todo su derecho a buscar ganancias. Ponen capital, quieren ganancias. Entonces aparecen las nuevas tecnologías y el fantasma de hacer periodismo sin periodistas. Eso no puede existir. Mejor dicho: las empresas periodísticas que lo intenten van a fracasar. No van a ninguna parte. 
Parte de un mal de esta época es esa voluntad de los poderes públicos y privados de deshumanizar al periodismo.



PABLO: Ahí está el combate que debe ganar el periodista que busca historias entonces.



MARCELO: El periodista es un ser humano. Mientras más formado esté, mejor podrá mirar un hecho noticioso. Para eso habrá que invertir: el Estado en educación, la empresa periodística en capacitación, en salarios, en viajes, en experiencia, en libertad. 
Lo que uno ve ahora es que llegó a la cumbre del poder una idea que ya rondaba en las universidades y academias: que el periodismo es un poder y por lo tanto debe ser regulado.
Eso es loco, porque hay una pequeña confusión en todo eso: el periodismo, en democracia, sirve como mecanismo de control de los poderes públicos y privados. Lo que pasa es que las empresas periodísticas hacen su juego. Pero ese es otro tema: no es un problema del periodismo. Es un problema de las empresas periodísticas y de la sociedad y de los gobiernos que consintieron esas prácticas de las grandes empresas periodísticas. 
Por supuesto que hay mala praxis también. O sea: hay buenos periodistas y malos periodistas. Pero de ahí a meterlos a todos en una misma bolsa y sacarles por eso el derecho a su trabajo, hay un largo y errado camino. 



PABLO: Y, por otro lado, el periodismo queda atrapado en los últimos eslabones de las luchas de poderes. Porque es el verdadero poder económico el que busca controlar las empresas periodísticas.



MARCELO: Todos los poderes quieren dominar al periodismo. Entonces montan sus empresas periodísticas. 
Esto viene del primer periódico argentino: La Gaceta. Hoy justo que cumple años. La Revolución de 1810 quiso su propio multimedio, digamos. Era el boca a boca, un periódico y algún que otro retrato. 



PABLO: Lo que cambió es el fin: ya no es político, de ideas, ahora es económico ese juego. Me la paso escuchando en los medios de comunicación la frase: "Esto es un negocio". 



MARCELO: Sí, en líneas generales es asunto de dinero. Pero también hay una puja cultural y discursiva. La imposición de una mirada sobre el mundo. Una cosmovisión, digamos. Que se parece bastante a una ideología. 



PABLO: La construcción del relato. Lo que está pasando ahora. 




MARCELO: El problema de eso es lo que hablábamos más arriba: ahora están borrados todos los matices. Entonces un periodista que trabaja en Clarín es un esbirro de Héctor Magnetto. Y no necesariamente es así. Ahí tiene razón (Jorge) Lanata, que además sabe de diarios porque fundó dos y fundió uno. Un diario es una organización demasiado compleja como para que un tipo o dos manejen todos los contenidos. Y la diversidad humana que coexiste en una redacción también es demasiado compleja como para simplificarla en la palabra esbirro. 



PABLO: Eliseo Verón hablaba de la construcción del acontecimiento como modo de usar todos los aspectos de un hecho para mostrar la noticia lo más completa posible, con el enfoque que le da el periodista. Pero ahora lo que se construye es el discurso y lo que es grave es cuando se ven intenciones de modificar hasta parte del pasado. 



MARCELO: Los mitos vienen de los griegos y de antes, supongo: esa tentación de construir la historia a medida parece que siempre estuvo en la mente humana. Creo que Kapuscinski decía que contar una historia era una lucha por dar significado a la experiencia. 



PABLO: El tema de la mirada desde afuera de las redacciones es así. Hay creencias de que se bajan líneas duras todo el tiempo sobre determinados temas. Y no es así, eso es desconocer lo que es una redacción de un diario. 



MARCELO: Todos queremos darle significados a la experiencia y eso es legítimo. El problema es cuando uno empieza a deambular por el terreno de la mitología. Lo que pasa es que les debe resultar tentador a muchas personas mirar a las redacciones como salas frías donde alguien les dicta a unos tipos qué es lo que deben escribir. 



PABLO: La línea editorial de cada medio existe. Pero eso no significa que el periodista está privado de todo tipo de libertades, de maneras de contar su noticia, de la forma de titular. 



MARCELO: No somos ingenuos tampoco: hay línea editorial en los medios; hay decisiones editoriales; hay recortes de la realidad porque mostrarla toda no se puede; hay edición de los textos periodísticos; hay enfoques divergentes sobre un hecho y saldrá publicado lo que ordenen los editores o sus superiores. Pero de ahí a atribuirles todos los males de un país o de una provincia a un diario, creo que hay un océano de distancia. 



PABLO: Además, con oficio, el periodista aprende a contar sin caer en la necesidad de llegar al grito que usan los medios alarmistas para decir lo que de todos modos se puede decir sin gritar. 



MARCELO: Para mí es así: la experiencia siempre te vuelve mejor profesional. Con el paso de los años no vas a ser peor. Como mucho, vas a ser igual. Pero nunca peor. Y si aprovechás el tiempo y las experiencias, no hay forma de errarle. 



PABLO: La frase que nos decía Alberto Amato (un gran cronista argentino, ganador del premio Rey de España y del premio de la FNPI) sobre que el periodista tiene todos los días un trabajo que a veces muestra fisuras en donde puede alimentar su ego de pluma rebelde es verdad. No todos los días se puede escribir lo que uno quiere y como quiere, pero se va teniendo, dentro de la estructura de la empresa periodística, algunas posibilidades de darse "gustos". 


MARCELO: En el fondo uno siempre sabe que en cualquier formato, en cualquier medio, en cualquier plataforma, habrá que seguir las mismas prácticas: el rigor, la precisión, la concisión, la claridad y la contrastación de fuentes. Menos que eso no sería periodismo.