Realidad de cartón
Un cartonero de Chimbas cuenta que en donde mejor le pagan le dan 1 peso por
kilo. Quienes viven en esos márgenes sociales, por más esfuerzos que hagan,
nunca podrán llegar a igualar un salario mínimo. Son indigentes y la economía los devora. Hoy, para comprar una caja de leche en polvo necesitan juntar 135
cajas de supermercado, 45 kilos de cartón.
Dice que se llama Roberto, la cabeza erguida como
capitán de un barco que no se resigna a hundirse, la mirada triste y casi sin
restos de ilusión, unos 50 años. A la ilusión se la asaltó el mismo sistema que lo excluye
pero que lo necesita así, pobre y desamparado: él es parte de su
retroalimentación. Es domingo, son las dos y media de la tarde, hora de
almuerzo y Roberto, las manos desnudas, junta cartones sucios al lado de un
galpón del supermercado Átomo de Chimbas, a escasos 200 metros de la plaza
departamental. No tiene música ni aire acondicionado en su bicicleta de hierros
gastados, de pedales despintados, de ruedas que piden auxilio. El carro viejo
atado detrás del rodado es el almacén de desechos que transformará en comida.
Dice que prefiere ir a Macrometal -de Benavídez y
Maradona-, que no va a ir a las recuperadoras de Villa El Salvador y de Salta y
25 de Mayo. Cuenta que la primera le paga 1 peso por el kilo de cartón, las
otras sólo 65 centavos.
Una caja de cartón común de los supermercados pesa
poco más de 300 gramos. Roberto necesita tres cajas para llegar al kilo. Mira
los cartones y sentencia: “Acá he juntado unos 20 kilos”. 20 pesos para irse a
almorzar con su familia. Con los precios de hoy, Roberto requiere de un kilo de
cartón para comprar un huevo, que en el 2012 le costaba 50 centavos. Si Roberto
aspira a comprar una caja de leche para los niños de la casa debe juntar 135
cajas de súper ($45).
Un breve llamado a Macrometal sirvió para corroborar lo que Roberto dice, y en esa recuperadora también aclararon que a
principios del 2012 pagaban entre 45 y 50 centavos por el kilo de cartón, la
mitad de lo que entregan en la actualidad. En esa época el precio de la leche era de unos 20
pesos: a Roberto le costaba 40 kilos de cartón (120 cajas), el aumento en el
índice de inflación para él es una diferencia de 15 cajas de súper. Roberto hoy
piensa en juntar 36 cajas para adquirir un kilo de pan, y si la ambición lo atrapa con sus garras: 90 cajas por un kilo de carne molida común para tener un almuerzo más
o menos digno.
Me retiro y lo miro desde lejos, tan lejos que casi
no lo veo, como tampoco lo ve la economía a él, un punto en una constelación de
golpes bajos a los de abajo. ¿Roberto será hincha de San Martín?, ¿sabrá que
hay jugadores de la Mendoza y Lautaro que cobran más de 150 mil pesos por mes?:
un sueldo de más de 450.000 cajas de cartón. Y un juez sanjuanino cobra en
promedio 180.000 cajas mensuales.
En esta siesta calurosa, el sol de verano le da
latigazos en la espalda. Roberto es parecido a Alejandro Casatte, un cartonero
de San Luis con el que vi el partido en el que Argentina perdió 4 a 0 con
Alemania y quedó eliminado del Mundial de Sudáfrica 2010. En una casita muy
precaria de Corrientes y Juan de Garay en el Barrio Rawson de la provincia
puntana, Alejandro contaba que se turnaban con su mujer para “cartonear” sin
descuidar a sus hijos. Alejandro y su familia vivían en esa época con sólo 15
pesos diarios. Casatte insultaba a Lio Messi frente a la pantalla de un viejo y
diminuto televisor porque decía que el rosarino era frío. Justo en el 2010 la
revista Noticias desnudaba que La Pulga facturaba, entre el
Barcelona y las campañas de publicidad de las que participaba, más que las
empresas con mil empleados a cargo (un patrimonio neto valuado en 250 millones de euros en aquélla época, casi incalculable si lo
traducimos a cartón).
En el 2014, con un salario mínimo fijado en 3.600
pesos mensuales, si el cartonero chimbero se ilusiona con alcanzar la dignidad debe
juntar 120 kilos de cartón (360 cajas) por día -la suma de 10.800 cajas al mes-,
sin descansar ni los fines de semana. Pero esa ilusión se destroza cuando en la
recuperadora de Benavídez y Maradona aseguran que lo máximo que lleva un cartonero
al día, en un muy buen día, son 80 kilos de cajas despedazadas, que también
escasean en todos lados. Quizás Roberto prefiera resignarse a su realidad de
cartón apoyándose en la frase de la canción de Attaque 77 …Al delito yo lo esquivo
inventando trabajo en donde no hay y encima de rebote soy la alternativa
ecológica, reciclando lo que todos tiran, los desechos de la sociedad…
Pablo Zama