Otra forma de recibir el Día del Periodista
Marcelo Alcaraz (periodista de El Diario de la
República, de San Luis, y co-realizador del ciclo televisivo La Causa Humana) y
Pablo Zama (redactor de Canal 5 de San Juan y autor del blog Fisuras de la
calle) decidieron festejar su día escribiendo un breve diálogo por chat sobre
sus opiniones respecto a la profesión.
-¿Por
qué buscar historias? ¿Significa llenar un vacío? ¿Quién las lee?
MARCELO: Creo que un periodista busca una historia porque sabe que condensa
todo lo que él necesita para su trabajo. La materia prima está ahí: los datos,
el contexto, la interpretación de esos datos. Una historia bien contada
traslada la riqueza humana de un hecho noticioso. El periodista está siempre
detrás de una noticia, pero en una historia la noticia está desplegada en todas
sus facetas.
Toda historia llena un vacío: el vacío de la historia, que es el vacío del
significado humano. No hace mucho decían que era el fin de la historia. A lo
mejor el periodismo ayuda a que desterremos ese mito. Estamos llenos de
historias y alguien tiene que contarlas.
Es difícil pensar en quién va a leer eso que uno escribe. Una vez hablaba con
una periodista mendocina que además era poeta. Ella decía que le gustaba el
camino raro que tomaban sus libros. Que aparecían en la casa menos pensada. O
que influían sobre humanos a quienes nunca hubiera conocido. Tal vez, en escala
y salvadas las diferencias, una historia periodística tiene el mismo zigzagueo
que la vuelve fascinante.
PABLO: Me parece que también eso está muy ceñido con el perfil personal del
periodista, que en esta profesión tiene una importancia especial. El periodista
que busca historias es además un aspirante a escritor o sólo usa las
herramientas de la literatura tratando de llegar a conocer al otro, que puede
también ser él mismo. Contar para informar, dar a conocer el mundo de una
persona, representa también cerrar momentos personales, huecos que no son visibles
pero están todos los días con el profesional, conviven cada día con él.
MARCELO: Si, coincido en que hay tipos más propensos a la narración. En cambio
otros prefieren el dato despostado. Digamos: como si fueran carniceros prolijos
y aplicados. En lo particular, creo que un periodista completa mejor su oficio
si busca contar mejor su noticia.
PABLO: (Martín) Caparrós lo dice en un taller para periodistas: los límites
entre literatura y periodismo se rompen, porque debe ser así en el estilo para
narrar. Y los dos, escritores y periodistas, buscan, en el fondo, conocer al
ser humano.
MARCELO: Eso es interesante: la idea de conocer a otros seres humanos. Si no
tenemos eso en la mira, seguro que nos equivocamos de enfoque.
PABLO: Creo que la rutina nos pone palos en las ruedas a veces. La urgencia
hace que estrellemos las historias. El enfoque en la urgencia probablemente nos
quite perspectiva de la noticia de fondo.
Eso se da más en los medios radiales y audiovisuales, en donde la prisa es lo
preponderante dentro de la competencia con los otros medios.
MARCELO: Sí, lo que me lleva a una pregunta: ¿podemos desdoblar el trabajo
periodístico en capas? Digamos en etapas. La de la noticia, la del contexto y
la interpretación de la noticia, y la de la narración completa de un hecho
noticioso con sus consecuencias.
PABLO: Se puede hacer. Sobre todo en los medios gráficos, en donde se mastican
mucho más las notas. Aunque esas etapas las fusiona muchas veces el periodista
encargado de cubrir el acontecimiento. Esto es: escribir la noticia pero
dándole un marco interpretativo a la vez. El seguimiento de la noticia puede ir
revelando un contexto amplio en el que sucedió el acontecimiento también. Pero
eso demora y la velocidad es cada vez mayor. Así que el periodista debe
adecuarse en la actualidad a pasar de una noticia con su contexto a otra muy
diferente en poco tiempo. Da un poco de temor pensar que la capacidad analítica
que los medios digitales, por ejemplo, tienen de la realidad se vaya diluyendo
a medida que la urgencia de velocidad aumente y la lectura rápida que se le
ofrece al público sea la constante.
MARCELO: Lo que está claro, me parece, es que un buen periodista debería ser
capaz de trabajar en todas esas etapas. Eso es muy difícil. Por eso, creo, el
oficio le viene mejor a uno con los años.
PABLO: Es verdad, así como este oficio se digiere en la práctica, se cultiva en
la calle y se afinca con los años, las historias también son de la calle, de
donde el periodista nunca debe moverse. El trato interpersonal con la fuente.
La experiencia no es todo en esta profesión, pero es muy importante.
MARCELO: Yo creo que la base del periodismo está en la calle, es decir afuera,
en donde las cosas pasan. Una historia puede estar en una oficina, pero no en
la oficina del periodista. Sería raro que así fuera. Con los años, me doy
cuenta de que la calle ayuda mucho. El barrio, el cordón de la vereda, el
kiosquero. Uno hace la analogía: con varias coberturas encima, uno entiende que
la mejor fuente de información muchas veces es la fuente menos pensada.
PABLO: Y las mejores fuentes son las que más calle tienen. Siempre me acuerdo
que una profesora en la universidad me decía que los taxistas son buena fuente
de información. Entonces hablo bastante con ellos y a veces salen notas de esas
charlas o el hilo que conduce hacia una noticia.
Sobre todo cuando uno recién llega a un lugar que no conoce y debe hacer
periodismo, se termina aferrando a la calle, es lo natural en cada persona.
MARCELO: En eso uno está medio formateado a lo (Ryszard) Kapuscinski. Quiero
decir: supone que lo esencial no está en los palacios. Lo esencial no termina
siendo siempre lo palaciego. En todo caso la noticia puede nacer ahí. Pero esa
noticia que nace en un palacio (y lo menciono como símbolo de una estructura de
poder) siempre tiene un efecto sobre los humanos y las cosas que están debajo
de él.
PABLO: Bien. Justo a donde iba a ir yo también. La agenda, que tanto nos
satura, nos quita algo de naturalidad en el tratamiento de los temas. Porque
nos deja poco espacio y tiempo para llegar ahí abajo, adonde repercuten las
acciones de los grupos de poder.
Con el tema de las trabas a las importaciones, por ejemplo, vamos a la fuente
formal que nos explica lo complejo del impacto en los mercados. ¿Pero vamos al
pequeño comerciante a preguntarle cómo le llega esa decisión política?
MARCELO: Los grupos o factores de poder existen y por lo visto van a existir
por largo rato. Eso no es tan apremiante. Lo apremiante es el tiempo. Es
cierto. Pero por eso uno a veces piensa en capas para el tratamiento de la
noticia. El asunto consiste en una buena planificación. Ahí el rol central lo
tienen las empresas periodísticas. Hasta qué punto son capaces de invertir en
esa organización que nos daría más y mejor información.
Es un bajón cuando uno comprende que podría darle otro tratamiento a una
noticia, mucho más rico, más íntegro, más humano, y encuentra el obstáculo del
tiempo que apremia y la desorganización que pone un freno.
PABLO: Esta bueno ese punto, porque habría que plantearse como periodista si el
pensamiento de las empresas en la era de la digitalización es que no van a
necesitar tantos recursos humanos.
Si es así, hay que mostrar que la cantidad y calidad periodística es necesaria
y va a seguir siendo muy necesaria por más avances que existan en los recursos
de publicación. Esto, si se quieren tratar todas las aristas y las capas de la
noticia que vos planteás. Para darle un marco completo al tratamiento de los
temas.
MARCELO: El problema es que siempre habrá problemas. Suena tonto, pero no lo es
tanto. Lo que la mayoría se olvida es que, así como nosotros sólo queremos
hacer periodismo y que nos paguen por ese trabajo, las empresas periodísticas
quieren hacer sus negocios. En todo caso, mientras vivamos en este sistema
capitalista y a nadie se le ocurra cambiarlo, están en todo su derecho a buscar
ganancias. Ponen capital, quieren ganancias. Entonces aparecen las nuevas
tecnologías y el fantasma de hacer periodismo sin periodistas. Eso no puede existir.
Mejor dicho: las empresas periodísticas que lo intenten van a fracasar. No van
a ninguna parte.
Parte de un mal de esta época es esa voluntad de los poderes públicos y
privados de deshumanizar al periodismo.
PABLO: Ahí está el combate que debe ganar el periodista que busca historias
entonces.
MARCELO: El periodista es un ser humano. Mientras más formado esté, mejor podrá
mirar un hecho noticioso. Para eso habrá que invertir: el Estado en educación,
la empresa periodística en capacitación, en salarios, en viajes, en
experiencia, en libertad.
Lo que uno ve ahora es que llegó a la cumbre del poder una idea que ya rondaba
en las universidades y academias: que el periodismo es un poder y por lo tanto
debe ser regulado.
Eso es loco, porque hay una pequeña confusión en todo eso: el periodismo, en
democracia, sirve como mecanismo de control de los poderes públicos y privados.
Lo que pasa es que las empresas periodísticas hacen su juego. Pero ese es otro
tema: no es un problema del periodismo. Es un problema de las empresas
periodísticas y de la sociedad y de los gobiernos que consintieron esas
prácticas de las grandes empresas periodísticas.
Por supuesto que hay mala praxis también. O sea: hay buenos periodistas y malos
periodistas. Pero de ahí a meterlos a todos en una misma bolsa y sacarles por
eso el derecho a su trabajo, hay un largo y errado camino.
PABLO: Y, por otro lado, el periodismo queda atrapado en los últimos eslabones
de las luchas de poderes. Porque es el verdadero poder económico el que busca
controlar las empresas periodísticas.
MARCELO: Todos los poderes quieren dominar al periodismo. Entonces montan sus
empresas periodísticas.
Esto viene del primer periódico argentino: La Gaceta. Hoy justo que cumple
años. La Revolución de 1810 quiso su propio multimedio, digamos. Era el boca a
boca, un periódico y algún que otro retrato.
PABLO: Lo que cambió es el fin: ya no es político, de ideas, ahora es económico
ese juego. Me la paso escuchando en los medios de comunicación la frase:
"Esto es un negocio".
MARCELO: Sí, en líneas generales es asunto de dinero. Pero también hay una puja
cultural y discursiva. La imposición de una mirada sobre el mundo. Una
cosmovisión, digamos. Que se parece bastante a una ideología.
PABLO: La construcción del relato. Lo que está pasando ahora.
MARCELO: El problema de eso es lo que hablábamos más arriba: ahora están
borrados todos los matices. Entonces un periodista que trabaja en Clarín es un
esbirro de Héctor Magnetto. Y no necesariamente es así. Ahí tiene razón (Jorge)
Lanata, que además sabe de diarios porque fundó dos y fundió uno. Un diario es
una organización demasiado compleja como para que un tipo o dos manejen todos
los contenidos. Y la diversidad humana que coexiste en una redacción también es
demasiado compleja como para simplificarla en la palabra esbirro.
PABLO: Eliseo Verón hablaba de la construcción del acontecimiento como modo de
usar todos los aspectos de un hecho para mostrar la noticia lo más completa
posible, con el enfoque que le da el periodista. Pero ahora lo que se construye
es el discurso y lo que es grave es cuando se ven intenciones de modificar
hasta parte del pasado.
MARCELO: Los mitos vienen de los griegos y de antes, supongo: esa tentación de
construir la historia a medida parece que siempre estuvo en la mente humana.
Creo que Kapuscinski decía que contar una historia era una lucha por dar
significado a la experiencia.
PABLO: El tema de la mirada desde afuera de las redacciones es así. Hay
creencias de que se bajan líneas duras todo el tiempo sobre determinados temas.
Y no es así, eso es desconocer lo que es una redacción de un diario.
MARCELO: Todos queremos darle significados a la experiencia y eso es legítimo.
El problema es cuando uno empieza a deambular por el terreno de la mitología.
Lo que pasa es que les debe resultar tentador a muchas personas mirar a las
redacciones como salas frías donde alguien les dicta a unos tipos qué es lo que
deben escribir.
PABLO: La línea editorial de cada medio existe. Pero eso no significa que el periodista
está privado de todo tipo de libertades, de maneras de contar su noticia, de la
forma de titular.
MARCELO: No somos ingenuos tampoco: hay línea editorial en los medios; hay
decisiones editoriales; hay recortes de la realidad porque mostrarla toda no se
puede; hay edición de los textos periodísticos; hay enfoques divergentes sobre
un hecho y saldrá publicado lo que ordenen los editores o sus superiores. Pero
de ahí a atribuirles todos los males de un país o de una provincia a un diario,
creo que hay un océano de distancia.
PABLO: Además, con oficio, el periodista aprende a contar sin caer en la
necesidad de llegar al grito que usan los medios alarmistas para decir lo que
de todos modos se puede decir sin gritar.
MARCELO: Para mí es así: la experiencia siempre te vuelve mejor profesional.
Con el paso de los años no vas a ser peor. Como mucho, vas a ser igual. Pero
nunca peor. Y si aprovechás el tiempo y las experiencias, no hay forma de
errarle.
PABLO: La frase que nos decía Alberto Amato (un gran cronista argentino, ganador del premio Rey de España
y del premio de la FNPI) sobre que el periodista tiene
todos los días un trabajo que a veces muestra fisuras en donde puede alimentar
su ego de pluma rebelde es verdad. No todos los días se puede escribir lo que
uno quiere y como quiere, pero se va teniendo, dentro de la estructura de la empresa
periodística, algunas posibilidades de darse "gustos".
MARCELO: En el fondo uno siempre sabe que en cualquier formato, en cualquier
medio, en cualquier plataforma, habrá que seguir las mismas prácticas: el
rigor, la precisión, la concisión, la claridad y la contrastación de fuentes.
Menos que eso no sería periodismo.