Mensaje para ahogados
Le faltan las falanges de tres dedos de cada mano. Pero sublimó esa discapacidad, se hizo bajista y formó su banda de rock. También es dibujante. Los fines de semana trabaja como recolector de residuos para solventar sus gastos, porque también estudia en la universidad. El optimismo como premisa. La vida como mensaje.
Emanuel Alejandro Carbajal sufre de la malformación congénita conocida como “sindactilia”: nació sin las falanges de tres dedos en cada mano, “manos en forma de pinzas”, dice él. Pero… rebobinemos, borremos lo anterior y coloquemos lo realmente sobresaliente en Emanuel: es conocido como el Gato, un joven de veintidós años que ya formó su banda de rock indie, es bajista; tiene sello discográfico propio, también alternativo; estudia diseño gráfico; dibuja como pocos pueden hacerlo y, sobre todo, cada día se levanta y le mete una cachetada a las limitaciones. ¿Cómo consigue la plata para alcanzar sus metas?: los fines de semana y los feriados es recolector de residuos en la Municipalidad de la Capital. “Hago el laburo que nadie quiere hacer”, explica. Escribió y compuso “Los ahogados” (ver arriba: video, ensayo), dedicada a su primo que pasaba por un mal momento, tema que termina siendo uno de los símbolos de su personalidad, que no conoce de barreras para alcanzar sus sueños. Él dice: te voy a salvar. Y su inconveniente terminó siendo su salvación, porque se salvó y salva a quienes lo rodean sublimando su problema. El “bajista brazo de tridente”, como se autodenomina dentro de la banda, le pone en la frente a quienes lo conocen un mensaje ineludible de fuerza y superación.
Tengo muletas para los caídos
“Conseguir un carrito de supermercado”. Entre otros pedidos, con manuscrita desprolija, un papel indica los elementos que los chicos de la banda Kato Hz (“gato” y “hz” por la energía que caracteriza a su líder) tienen que conseguir para el próximo show, extravagante delirio producido por la fuerza anímica del mentor de grupo. El cartel está en “la guarida de los Katos”, en la parte de adelante de la casa de Emanuel, a metros de la plaza de Trinidad. Casi todo lo que hay en esa especie de taller para producir música y ensayar fue comprado por el Gato con la plata que hace desde hace dos años los fines de semana, levantando la basura de los canastos de los vecinos de Capital.
“Desde los dieciséis años quería tener un bajo, pero económicamente no podía conseguirlo. Mi mamá me dio todo, le estoy agradecido, pero no podía disponer de plata para mis divertimentos, así que si quería salir o tocar en una banda como ahora tenía que conseguirlo trabajando”. El Gato (su padre le puso así en un viaje a Neuquén porque se acostaba a dormir igual que un felino) mira fijo y dice que le gusta la idea de la entrevista porque quiere contar por qué hace lo que hace: “Hay tres cosas que a mí siempre me encantaron; son la historieta, los videojuegos y la música. Es más que nada una pasión a expresarme más que a hacer música, de necesitar demostrar lo que puedo hacer con mis límites”. Para hacer cejilla (tocar todas las cuerdas con un sólo dedo), por ejemplo, el Gato tiene que colocarse un cintex en el dedo del medio de la mano izquierda.
Tengo remedios para los abuelos
De fondo se escucha “Papá no llama”, uno de los temas de los Katos. “Tener una banda y que toquemos todos disfrazados es algo que se me ocurrió hace cinco años y recién el año pasado lo pudimos concretar. Ya tocamos así, disfrazados de superhéroes el seis de marzo, el público nos aplaudió bastante. Lo que pasa es que siempre me gustaron los cómics”, cuenta el Gato. Dice que tiene dos hermanos y a su madre. Quedan puntos suspensivos y la mirada lejana, no cuenta nada más: alguien le falta desde hace mucho tiempo. Vuelve a conversar sobre su pasión: “Se me ocurrió hacer una fusión con los chicos: banda-cómics- teatro-cine”. Aclara que a la música que hacen, como es difícil de encuadrarla en un estilo definido, le pusieron un apodo momentáneo: “Energy rock pop”.
Desde hace siete meses, junto a Martín “Pipi” Vargas (guitarrista de Kato), Leonardo De la Fuente (productor de música) y Claudio Ferrer lanzaron el sello discográfico “Nueva aldea”, con el que junto a “Hippie muerto producciones” organizaron en diciembre un encuentro de rock alternativo en el Club Julio Mocoroa. Con el sello ya tienen grabado un compilado y quieren producir la primer placa de Kato Hz, que toca temas propios. El resto de los integrantes de la banda son los hermanos Paulina “Polly” (voz) y Mateo Piaggio (tiene 12 años y es el batero).
Tengo velero para los ahogados
La vida del Gato no es sólo la música, también incursionó en los comics con los chicos del grupo Cadena Cómics. “No publiqué mucho en las revistas, pero sí me di el gusto de participar dibujando en vivo en los Encuentros Cadena”, rememora. No deja de dibujar, hubo etapas en las que pasaba por lo menos ocho horas por día con un lápiz en la mano. Prefiere todo lo relacionado a las series de comics y a los superhéroes. Pegado en el vidrio de un modular de la guarida de los Kato hay un diploma que certifica al Gato como egresado de nivel secundario de la Colegio Polivalente de Artes.
Hiperactivo, antes de los quince años hizo BMX (acrobacias en bicicleta). También jugó al fútbol en el Atlético Trinidad y al básquet en Sporting Estrella. No para de hacer actividades y le contagia a sus amigos sus propias pilas y optimismo hacia a vida. En los primeros años de la adolescencia trabajó de lavacoches para poder tener plata para salir a las fiestas. Quienes lo conocen aseguran que cuando llega el Gato a una tocada rockera el ambiente se transforma. El pibe tiene una alegría triste muchas veces. Pero se ríe con el absurdo, le pone manos artísticas a todo lo que toca. El ruido silencioso de la paz se siente cuando la gente se acerca para conversar con él. No hay quejas en el pibe de veintidós años, en sus grupos es el motor para hacer de la vida un juego en el que hasta lo imposible se vuelve creación. “Más que talento lo que siempre me caracterizó es la disciplina para hacer lo que me gusta y las pilas para trabajar”, explica.
Emanuel amanece soñando, casi en el aire. Tal vez, como en la canción de Las Pelotas, piensa en “héroes pidiendo limosna”. No es su caso, él es otra clase de héroe anónimo que sepulta día a día, hora tras hora, la negatividad de las sociedades sobre quienes nacieron distinto a lo que la normalidad manda. Y trabaja para ser aún más distinto y romper moldes desde la creación artística. El Gato va hasta la cocina temprano en la mañana y se prepara una taza con leche, sus huesos necesitan vitaminas. Por eso también consume polen. Después sale hacia la Facultad de Arquitectura a cursar en diseño gráfico. Más tarde llegará el momento de encerrase en su guarida a dibujar durante cuatro horas sin parar. Por la tarde recibe la visita de su novia y sus amigos caen uno a uno. Si es miércoles habrá ensayo con los Katos, sino sólo aprovechará para disfrutar de sus seres queridos y de Geisha, la mascota de la banda, que no se pierde ensayo.
El Gato sólo quiere que “la gente salte en los recitales”. Probablemente después del pogo a él le duela el talón de Aquiles y se esguince (tiene una operación, porque nació con malformaciones en los huesos de los pies), pero no va a parar ni un momento de disfrutar del rock. “En la secundaria algunos se reían de cómo vestía, ahora muchos se visten como yo lo hacía en esa época. Siempre trabajé para romper con los prejuicios de la gente. Y cuando toco el bajo con la banda, muchos no notan mi inconveniente porque le pongo mucha naturalidad a lo que hago”. La letra de una canción de Kato Hz resalta: yo no soy un raro! vos sos muy como los demás!
Tal vez para el Gato la vida sea un recital, escenario permanente para sobreponerse con optimismo y creación a las barreras absurdas que a veces surgen de la naturaleza. El Gato escribe te voy a salvar. Su vida es un testimonio de fortaleza y alegría. Bajista brazo de tridente deja un mensaje para los ahogados (ver video):
"Pienso que con mi trabajo de recolector de residuos hago lo que nadie quiere hacer. Limpio cunetas podridas, levanto perros muertos. Pero con esto conozco gente muy buena, abuelas que están solas, que en el ratito en el que le levantás las ramas te convidan un desayuno y a cambio ellas te hablan y les das unos minutos de compañía. Y, después, todo lo que hago respecto al arte, a la música, dibujo... es sólo para reflejar mi vida y mis intentos por salvar y cambiar el mundo. No me interesa ser un genio ni un académico".
Gato Carbajal.
Pablo Zama